El libro de Walter Gómez tiene muchos aciertos a lo largo de sus
casi doscientas páginas de historia. El principal, es ese desenfado de quien no
tiene que lidiar con editores de empresas que imponen lo que el mercado
editorial “exige” y marca. Aquí, su desfachatez lo hace orgánico y eso
conquista de una. En sus primeros párrafos ya compramos la historia. Un
triángulo amoroso o como quiera llamarse la relación, que nos presenta a tres
seres precisos: Rogelio, Alejandra y Lorena. Póngase el orden que se desee, lo
cierto es que estos tres corazones se entrelazarán con el nuestro.
Existen dos grandes motores en la vida de cada ser humano. El amor
y la soledad. Y su autor, así, casi al azar reza: “La soledad se transforma en
la única certeza del día….”. Esa es la vida de Rogelio. Esa es la fotografía
que vemos cuando comienza todo. Y en esa afirmación o reflexión, entendemos su
andar. A su alrededor, obvio, los puntos necesarios para que una novela tome
cuerpo: una madre enferma, rituales diarios de desayuno y recorridos barriales
que hacen a lo descriptivo. Pero el gancho ya hizo efecto y necesitamos saber
qué sucede con estos personajes.
Cuenta su autor sobre su libro: “Isósceles lo escribí en apenas seis
meses. De junio a diciembre del 2011. Tuve un disparador concreto, que fue el
personaje de Lorena y la necesidad de llevar a la ficción la temática de poder
amar a dos personas al mismo tiempo y poder discernir si Lorena realmente ama a
dos personas o a una de ellas, la desea. Hasta dónde somos capaces de hacernos
cargo de lo que sentimos, hasta dónde nuestras relaciones se condicionan por el
qué pensaran o por un tema cultural. Y de un hecho sucedido una mañana mientras
tomaba un café, donde la imagen de una adolescente, parecía habérsela tragado
la tierra, fue el segundo disparador respecto a la trata de persona. Una vez
que terminé de escribir la novela, se la pasé a cuatro amigos íntimos para que
me digan qué les pareció la novela y a partir de sus devoluciones me convencí
que lo que había escrito estaba muy bueno.”
Aunque Walter Gómez se autodefina como “oscuro, romántico y con
algo de vuelo”, su libro “Isósceles” profundiza el thriller para tomar puntas
de la novela romántica, erótica y policial; con el fin de marcar bien a sus
personajes y entrelazarlos de formas no habituales para nuestra cabeza. Pero en
su escritura, queda hasta lógico. Y ahí reside otra de sus claves. En lo
inesperado, consigue nuestra aceptación.
Reconoce Walter, en una especie de entrevista paralela a la
lectura del mismo libro: “Rogelio tiene cuarenta y cinco años, es soltero y vive
solo. Su única familia es una madre quien padece una enfermedad terminal y está
al cuidado de una persona, llamada Alejandra (quien se está separando y tiene
una hija). Rogelio sostiene desde hace diez años una relación con Lorena
(casada con dos hijos). Rogelio no se puede sacar de la cabeza a Lorena, es su
amor imposible, pero así como llevan una relación abierta durante todo ese
tiempo, nunca se plantearon que ella abandone a su familia. Al cabo Rogelio se
siente solo y en este punto desea la convivencia con alguien”. Y continúa: “Así, Rogelio se enamora
perdidamente de Alejandra sin poder sacarse de la cabeza a Lorena. Sus brumas
lo abigarran. Finalmente, formaliza una relación con Alejandra y paralelamente,
persisten los encuentros sexuales con Lorena. Y a partir de allí se
desencadenan hechos brutales…”.
Editado por Textos Intrusos, la ópera prima de Walter Gómez es un
revolcón en esas novelas que nos paralizan durante su lectura y que nos tiene a
sus protagonistas rondándonos la cabeza. Si bien su lectura es ágil, no lo es
la historia, que nos despierta deseo, bronca, enojo y desesperanza. Menos
ilusiones aunque sí una incógnita ya que a modo de cierre su autor nos revela:
“La segunda parte de “Isósceles”, con los mismos personajes cinco años después,
ya está terminada y seguramente el año que viene pueda salir a la luz”.
Un libro ideal para quienes se cansaron de los libros seriales que
sacan muchas editoriales en su afán de mantener la maquinaria funcionando. Por
fuera del catálogo, “Isóceles” es una interesante opción.
Por Mariano Casas Di Nardo