sábado, 9 de julio de 2016

“Vida de club”, el inicio literario de Ricardo González

Antes de sumergirnos en su prosa, hay cuestiones que hay que tener en cuenta. Ricardo González Aguirre (57 años) fue jugador de fútbol, luego tenista, ingresó en la universidad de Arquitectura donde completó los estudios y hoy, a todos sus laureles, le agregó el de escritor, con una profesora de lujo como Claudia Piñeiro.

Asimismo, los cuentos de Ricardo González se destacan por su impacto y por su afinidad. Historias que rápidamente se hacen nuestras porque en alguno de sus detalles nos sentimos identificados. Y relucen porque no tienen preludios ni profundidades discursivas. Va a lo directo, a la anécdota en sí. Dicen en la universidad de la calle, que "el que pega dos veces, pega primero". Y su autor, pega siempre dos veces. Cuentos cortos de seis u ocho páginas, que ya en su primer párrafo nos muestra la brújula. Y aunque de forma abstracta mantenga un hilo conductor entre cuento y cuento, suponemos que en ellos hay más realidad que ficción. “Fue lento el proceso de escritura (aclara), con mucha transpiración, mucha búsqueda del detalle y mucha corrección, pero lo disfruté mucho. La realidad puede disparar un cuento, pero nunca es suficiente, algunas cosas pasaron, pero fueron completadas con ficción. A veces nos suceden cosas mínimas que pueden generar un cuento, a veces nos cuentan algo que lo hacemos un cuento, como dice Liliana Heker, los disparadores de cuentos aparecen cuando estamos en modo escritor”. Paralelamente a lo mío, un amigo escritor, Mauricio Koch, me avisó que la editorial que acababa de publicar su libro de cuentos “El lugar de las despedidas”, quería editar un libro de cuentos temático. Y ahí surgió mi idea de “Vida de club”, que se fue dando naturalmente, ya que los personajes de mis cuentos de una manera u otra estaban ligados a la vida de un club. Nos pusimos de acuerdo enseguida, y ahora el libro forma parte de una colección conformada por “Las visitas” de Elizabeth Lerner, “El lugar de las despedidas” de Mauricio Koch y “El espectador” de Alberto Badino”.

El libro nos une al autor y a la vez nos distancia. Y tal vez en ese amigable y desagradable vínculo, disfrutamos su lectura. No es todo lindo lo que nos cuenta, pero sí auténtico. Como ese amigo rudimentario que todos tenemos y que queremos más por su buena madera que por sus actos. Lo odiamos en “Ella” y “El pacto", lo abrazamos en “Sin aliento”. Y después ya empezamos a entenderlo con “Juego de reyes” y “Los albañiles”. Ricardo González es consciente de lo que escribe y así lo demuestra en palabras claves que están milimétricamente ubicas en sus cuentos. Sobre su persona, el autor se define: “Como cuentista creo que soy un trabajador obsesivo, me gusta mucho corregir, sacarle el jugo a los textos, como futbolista siempre tuve una mirada de equipo, me gustaba jugar de cinco, de armador; como tenista me gusta generar estrategias de ataque, ser el que maneja el punto y como arquitecto, diría que se asemeja mucho a cómo me tomo la escritura, en este caso soy un obsesivo de los detalles”.

Leer su libro de cuentos es conocerlo más, aunque el insista en que más de la mitad de lo escrito sean consecuencias de momentos que dispararon su imaginación. Pero para identificarlo por sus propias palabras, responde: “No jugué al fútbol como profesional, pero es el deporte que más me atrae. Yo pertenecía a un grupo de tenistas que jugábamos al futbol, hablo de la época del deporte blanco, y ganábamos los torneos de papi fútbol que organizaba el club. Nos odiaban por eso, especialmente los futbolistas. Cuando fue la época de ingresar a la facultad, yo estaba indeciso entre Letras y Arquitectura. Me definió un primo brasilero que es arquitecto y urbanista. Me dijo: “la arquitectura es poesía sólida”. Mi padre, que era un gran lector, me introdujo a los autores clásicos. Por su parte, Liliana Heker me enseñó a escribir ficción y me hizo descubrir a maravillosos cuentistas norteamericanos. Del ámbito deportivo creo que el equipo de Ferro de Carlos Timoteo Griguol me enseñó lo que era el deporte y pensar en equipo”.

Y concluye: “Espero que cuando estén leyendo mis cuentos sientan que las verdaderas historias están escondidas debajo de los textos. Me gustaría que sientan esa curiosidad y que cuando el verdadero conflicto emerja a la luz sientan que hay otra manera de ver las cosas”. 

Nombre: Vida de club.
Autor: Ricardo González.
Editorial: La parte maldita.
98 páginas.

Por Mariano Casas Di Nardo





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