A simple
vista, podríamos inferir que un libro como el de Jorge Ossona, en un país del
primer mundo, sería poco interesante, cero marketinero y de muy pocas páginas,
por no decir de una sola carilla, incluso, sin prólogo. Pero como estamos en
Argentina, lamentablemente contiene doscientas noventa y seis páginas, con una
tipografía pequeña para los libros que actualmente se editan y con mucho
contenido actual. Seis capítulos, reflexiones finales y notas, donde su autor profundiza la deformidad que
generan países donde los límites de los derechos y las obligaciones están
borrados.
Tanto
material y tanta nueva terminología, que necesitó de un glosario para explicar
setenta y dos conceptos, como “Escruche”, “Hormigas”, “Mara”, “Poncho” y
“Tetalara”, entre muchos más, para desasnarnos sobre el submundo que vive la
periferia de nuestra gran ciudad de Buenos Aires.
En sí, Jorge
Ossona desarrolla el tema de la ocupación de las tierras y el uso político que
le dan a los pobres, aunque su universo es tan amplio, que destina gran parte
de su observación e investigación, para dejar evidencia sobre la vida peligrosa
y a la deriva que llevan consigo los punteros, los malandras, los umbandas,
barderos, guachines y drogones, como él los describe, en perímetros ilegales
donde el fútbol, la prostitución, la piratería y el narcotráfico, marcan
tendencia.
“Punteros, malandras y porongas” es el
libro que jamás quisiéramos leer, pero que todo argentino debería conocer antes
de vanagloriarse de su nacionalidad. Argentina es el tango, el teatro, el
obelisco, la Boca, Messi, el rock de Charly García y Spinetta, los domingos en
Plaza Francia, pero también es ésto, que siempre termina opacando lo bello de
nuestro país.
Nombre: Punteros, malandras y porongas.
Autor: Jorge Ossona.
Editorial: Siglo XXI.
296 páginas.
Por Mariano Casas Di Nardo
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