Tal vez el
libro de Roland Barthes en 1977, año en el que fue editado por primera vez,
haya resultado incomprendido, ambicioso o en el peor de los casos, erróneo.
Ahora, 39 años después, podemos afirmar que era vanguardista y totalmente
cierto, al menos a futuro. Y es por eso que se reedita como una verdad
absoluta. Una reflexión de estos tiempos, donde impera lo abstracto y lo de
consumo fugaz.
Su
introducción merece su transcripción exacta, porque ninguno de los conceptos
que podamos reafirmar con otras palabras, encontrarán el valor justo de lo que
se quiere explicar.
“La
necesidad de este libro se sustenta en la consideración siguiente: el discurso
amoroso es hoy de una extrema soledad. Es un discurso tal vez hablado por miles
de personas (¿quién lo sabe?), pero al que nadie sostiene; está completamente
abandonado por los lenguajes circundantes: o ignorado, o despreciado, o
escarnecido por ellos, separado no solamente del poder sino también de sus
mecanismos (ciencias, conocimientos, artes). Cuando un discurso es de tal modo
arrastrado por su propia fuerza en la deriva de lo inactual, deportado fuera de
toda gregariedad, no le queda más que ser el lugar, por exiguo que sea, de una
afirmación. Esta afirmación es, en suma el tema del libro que comienza”.
Algo hay que
aclarar y es que no es un libro sencillo. Hace pensar, cuesta entender sus
explicaciones y nos hace todo el tiempo hacer causa común con nuestro proceder.
Parece un
libro apocalíptico en cuanto a formas y realmente lo es. Puede parecer negativo
pero ahí reside también la inclinación que se tenga. Porque su autor tritura
todo y lo deja a la vista y seremos nosotros quienes lo veamos para bien o para
mal. Un discurso y análisis maravilloso de uno de los grandes pensadores de
todos los tiempos.
Nombre:
Fragmentos de un discurso amoroso.
Autor: Roland
Barthes.
Editorial:
Siglo XXI.
296 páginas.
Por Mariano
Casas Di Nardo
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